La copla: un breve recuerdo
Es notable la importancia que este género musical ha tenido sobre la cultura española en el siglo XX. Fuertemente afincada en la sentir popular, se impone acercarse brevemente a su historia para valorar la influencia que ejerció en las vidas de no pocas generaciones de españoles.
Muy cercana al romance, proviene de la tonadilla escénica que en el siglo XVIII se incluía en los intermedios de las comedias, para entretener a los espectadores con unas piezas de sencillos versos, acompañados de música y frecuentemente baile. Con el tiempo fue adquiriendo un carácter andaluz que trascendió las fronteras de nuestro país para, en cierto modo, representar el alma popular desde una visión costrumbrista y poco cercana a la realidad social. Se afincó más adelante en los llamados "cafés cantantes", confundiéndose posteriormente con el "cuplé" de los teatros de variedades.
Será después de la Guerra Civil española cuando adoptaría su contenido trágico y casi reivindicativo, incorporando temas de inspiración un tanto melodramática. Más tarde fue casi despreciada por considerarse un género anticuado y "populachero". Afortunadamente existe actualmente un movimiento de recuperación de este género al que tanto debe nuestra herencia cultural, para bien y para mal. No olvidemos el éxito e influencia que tuvo este género en todo el continente amerciano. Recordemos el testimonio de Concha Piquer sobre su estancia en Nueva York con la copla "En tierra extraña".
Sus temas reflejan sucesos, tradiciones o historias enraizadas en el alma del pueblo, que se adornan literariamente. La bien pagá, Ojos Verdes o Tatuaje, son buen ejemplo del contenido de marginación o maltrato que tradicionalmente marcaba sus versos envueltos en sentimentalidad. Aunque sería difícil seguir adelante sin mencionar temas sociales como el de "El Emigrante", "La primera comunión" y tantas otras.
Quienes mejor la representaron fueron los letristas Antonio Quintero, Rafael de León o José Antonio Ochaita y los maestros Manuel Quiroga, Juan Solano, Francisco García Morcillo, Genaro Monreal entre tantos otros que nos han legado un cancionero inolvidable.
No podemos cerrar este comentario sin recordar a sus más famosos intérpretes como "La Argentinita", "Imperio Argentina", Conchita Piquer, Estrellita Castro, Angelillo, Manolo Garacol, Pastora Imperio, Manolo Escobar, Lola Flores, Carmen Sevilla, Antonio Molina, Mari Fe de Triana, Juanita Reina, Juanito Valderrama, Rocío Jurado o Isabel Pantoja.
Hay que agradecer a sus grandes defensores como los desaparicidos Tereci Moix y Carlos Cano o el incansable Carlos Herrera por su esfuerzo para devolver a la copla el lugar que merece en la memoria colectiva.
A través de este vínculo se puede acceder a la exposición virtual que ofrece la Biblioteca Nacional.
Recordemos a continuación algunos de sus versos:
Capote de grana y oro (Quintero-León-Quiroga )
Que le pogan un crespón a la Mezquita,
A la Torre y sus campanas, a la reja y a la cruz,
Y que vistan negro luto las mocitas
Por la muerte de un torero caballero y andaluz.
De negro todos los cantes
Y las mujeres flamencas con negras batas de cola,
De luto los maestrantes
Y la moda deslumbrante de la guitarra española.
Capote de grana y oro
Alegre como una rosa
Que te abrías ante en toro
Igual que una mariposa.
Capote de valentía
De su vergüenza torera,
Que a su cuerpo te cenia
Lo mismo que una bandera.
Como reliquia y tesoro
Te llevo en el alma mía
Capote de grana y oro.
Que le pogan lazo negro a la Giralda
A la Torre de la vela y la Alhambra de grana
Y también a la bandera roja y gualda
Y un silencio en los clarines de la fiesta naciona.
Que lloren los bandoleros
En los picachos mas alto de la Sierra cordobesa,
Que llore Madrid entero
Las majas y los chisperos, los reyes y las princesas.
Capote de grana y oro
Alegre como una rosa
Que te abrías ante en toro
Igual que una mariposa.
Capote de valentía
De su vergüenza torera,
Que a su cuerpo te cenia
Lo mismo que una bandera.
Como reliquia y tesoro
Te llevo en el alma mía
Capote de grana y oro.
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Tatuaje (León, Valerio y Quiroga)
Él vino en un barco, de nombre extranjero.
Lo encontré el puerto un anochecer,
cuando el blanco faro sobre los veleros
su beso de plata dejaba caer.
Era hermoso y rubio como la cerveza,
el pecho tatuado con un corazón,
en su voz amarga, había la tristeza
doliente y cansada del acordeón.
Y ante dos copas de aguardiente
sobre el manchado mostrador,
él fue contándome entre dientes
la vieja historia de su amor:
Mira mi brazo tatuado
con este nombre de mujer,
es el recuerdo del pasado
que nunca más ha de volver.
Ella me quiso y me ha olvidado,
en cambio, yo, no la olvidé
y para siempre voy marcado
con este nombre de mujer.
Él se fue una tarde, con rumbo ignorado,
en el mismo barco que lo trajo a mí
pero entre mis labios, se dejó olvidado,
un beso de amante, que yo le pedí.
Errante lo busco por todos los puertos,
a los marineros pregunto por él,
y nadie me dice, si esta vivo o muerto
y sigo en mi duda buscándolo fiel.
Y voy sangrando lentamente
de mostrador en mostrador,
ante una copa de aguardiente
donde se ahoga mi dolor.
Mira tu nombre tatuado
en la caricia de mi piel,
a fuego lento lo he marcado
y para siempre iré con él.
Quizá ya tú, me has olvidado
en cambio, yo, no té olvidé,
y hasta que no te haya encontrado
sin descansar te buscare.
Escúchame marinero,
y dime que sabes de él,
era gallardo y altanero,
y era más rubio que la miel
Mira su nombre de extranjero
escrito aquí, sobre mi piel.
Si te lo encuentras marinero
dile que yo, muero por él.
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En tierra extraña
Voy a contarles a ustedes
lo que a mí me ha sucedido.
Fué la emoción más profunda
que en mi vida yo he sentido.
Fué en Nueva York
una nochebuena que yo preparé una cena
pa' invitar a mis paisanos.
En la reunión, toda de españoles,
entre palmas, vino y oles,
por España se brindó.
Como estaba prohibido por la ley seca.
Allí nadie bebía vino de España.
Yo pagué a precio una receta
para que se nos diera vino español.
Vino español, vino español.
El vino de nuestra tierra
bebimos en tierra extraña.
Que bien que sabe ese vino
cuando se bebe lejos de España.
Por ella brindamos todos
y fue noche de emoción.
La nochebuena más buena
que soñar pudo un español.
Más de pronto se escuchó
un gramófono sonar.
Callar todos, dije yo,
y un pasodoble se oyó
que nos hizo recordar.
Oyendo esa música
allá en tierra extraña.
Ya nadie reía,
ya todos lloraban.
Oyendo esa música
allá en tierra extraña.
Era el pasodoble español,
suspiro de España.
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La Zarzamora
En el café de Levante,
entre palmas y alegrías,
cantaba la Zarzamora.
Se lo pusieron de mote
porque dicen que tenía
los ojos como las moras.
Le habró primero un tratante y olé
y luego fué de un marqués.
Que la llenó de brillantes y olé
de la cabeza a los pies.
Decía la gente que si era de hielo,
que si de los hombres se andaba burlando,
hasta que una noche con rabia de celos,
a la Zarzamora pillaron llorando.
Que tiene la Zarzamora que a todas horas
llora que llora por los rincones.
Ella que siempre reía y presumía
de que partía los corazones.
Del querer hizo la prueba y un cariño conoció.
Que la trae y que la lleva por la calle del dolor.
Los flamencos del colmao
la vigilan a deshora,
porque se han empestillao
en saber del querer desgraciao
que embrujó a la Zarzamora.
Cuando sonaban las voces,
una copla de agonía
lloraba la Zarzamora.
Mas nadie daba razones
ni el intríngulis sabía
de aquella pena traidora.
Pero una noche al levante y olé
fué a buscarla una mujer.
Cuando la tuvo delante y olé
se dijeron no se qué.
De aquello que hablaron ninguno sabía
más la Zarzamora lo dijo llorando,
en una coplilla que pronto corrió
y que ya la gente la va publicando.
Que tiene la Zarzamora que a todas horas
llora que llora por los rincones.
Ella que siempre reía y presumía
de que partía los corazones.
Lleva anillo de casado, me vinieron a decir.
Pero ya le había besado y era tarde para mí.
Que publiquen mi pecao y el pesar que me devora.
Y que tos me den de lao
al saber del querer desgraciao
que embrujó a la Zarzamora.