La inteligencia emocional para gestionar nuestra vida
Cuando los adultos se jubilan, lo normal es que se encuentren en plenitud e incluso cuando pasan algunos años, generalmente se sigue estando en plena forma, con iniciativas y absoluta lucidez.
En general, aunque se sienta alguna disminución física, se sigue con el mismo deseo de hacer cosas útiles y colaborar en el progreso. Pero la sociedad viene asociando la jubilación a una separación de los mayores de la sociedad del progreso, a la que aparentemente no aporta nada. Por tanto, parece que se esté pidiendo que "deje el sitio a otro" más joven. Pero cabe preguntarnos; además de más joven ¿más sabio? ¿mejor preparado –no sólo técnicamente- para tomar decisiones correctas?
Curiosamente, todos deseamos ser capaces, útiles, dignos y queridos; nuestra autoestima se basa en ello. A nadie le gusta sentirse relegado. Por esto, debemos asegurarnos de que cada una de las personas mayores que nos rodeen perciba que entendemos su valía y apreciamos sus cualidades. De este modo afianzaremos su confianza en si mismo y su capacidad para afrontar el futuro con dignidad y eficacia.
Parece contradictorio que se intente afianzar la autoestima de los mayores mientras la sociedad no deja de mandar mensajes sugiriendo que se puede prescindir de ellos. Tengamos en cuenta que en este momento de la vida el sentimiento de pérdida se puede agudizar pues empiezan a desaparecer muchas personas queridas del entorno.
Y aquí entra en juego lo que, acertadamente, se denominó hace casi 15 años inteligencia emocional. Daniel Goleman fue quien introdujo este término en su libro de igual nombre, en el que expone que la inteligencia no se desarrolla de forma adecuada sin un profundo desarrollo afectivo paralelo; existe una relación directa entre el afecto y el desarrollo del cerebro y su capacidad intelectual. Está probado que en el momento de tomar determinadas decisiones las personas se basan principalmente en sus emociones y sentimientos y no en sus conocimientos intelectuales. Y, al menos hasta hace 15 años, raramente se nos enseñó a conocer, controlar y expresar de forma adecuada tales emociones. Goleman comienza su libro con la siguiente cita de la "Ética a Nicómaco" de Aristóteles (que se puede leer en el epígrafe de "Lecturas"): 'Cualquiera puede enfadarse, eso es muy sencillo. Pero enfadarse con la persona adecuada, en el grado exaco, en el momento oportuno, con el propósito justo y del modo correcto, eso, ciertamente, no resulta tan sencillo'.
En la parte V de su libro, y en relación con la cita anterior, Goleman se refiere a lo que él denomina "analfabetismo emocional", que no deja de ser un toque de atención para aprender a dominar nuestras emociones y dirimir pacíficamente nuestras diferencias, sin dejar de establecer relaciones equilibradas con nuestros semejantes.
En el citado libro se nos indican unas habilidades emocionales que pueden cimentar nuestra estabilidad emocional: "la conciencia de uno mismo; la capacidad de identificar, expresar y controlar los sentimientos; la habilidad de controlar los impulsos y posponer la gratificación y la capacidad de manejar las sensaciones de tensión y ansiedad" (textualmente extraídas de la obra de Goleman). Prestemos, pues, mayor atención a nuestro desarrollo emocional, buscando sencillamente ayuda si lo necesitamos, pues nuestra estabilidad se basa en la serenidad y en tantos otros componentes emocionales. Es importante que sepamos identificarlos.