Leamos El Quijote: 23 de abril alrededor de Cervantes
Nunca el tiempo dedicado a la lectura es tiempo desaprovechado. Cualquier lectura, aunque pensemos en la más sencilla, nos hará reflexionar estemos o no de acuerdo con las tesis que el escrito defienda.
Pero ¿cómo nos influye una gran obra cuando cae en nuestras manos y nuestros ojos la devoran? Gran misterio el proceso de su influencia en nuestros puntos de vistas, nuestra estética, nuestro estilo al escribir, nuestra capacidad de crítica.
Aunque algunos modernos presumen de no haber leído nunca El Quijote (ni desear hacerlo), acerquémonos a la obra y dediquémosla el tiempo que se merece. Nunca nos pesará. Es profundo, divertido, fantástico y nos enseñará a diferenciar la buena literatura de la mala.
Quienes estén interesados en acceder a la obra completa pueden acceder, a través de este vínculo, a la publicación en Cervantes Virtual.
Y como muestra, un soneto de "El cantar de Cardenio", del capítulo XXVII de la Primera Parte:
Santa amistad, que con ligeras alas,
tu apariencia quedándose en el suelo,
entre benditas almas en el cielo
subiste alegre a las impíreas salas.
desde allá, cuando quieres, nos señalas
la justa paz cubierta con un velo,
por quien a veces se trasluce el celo
de buenas obras que a la fin son malas.
Deja el cielo, ¡oh amistad!, o no permitas
que el engaño se vista tu librea,
con que destruye a la intención sincera;
que si tus apariencias no le quitas,
presto ha de verse el mundo en la pelea
de la discorde confusión primera.
Y de postre, un conocido ovillejo que precede al soneto anterior:
¿Quién menoscaba mis bienes?
Desdenes.
¿Y quién aumenta mis duelos?
Los celos.
¿Y quién pruebe mi paciencia?
Ausencia.
De ese modo, en mi dolencia
ningún remedio se alcanza,
pues me matan la esperanza
desdenes, celos y ausencia.
¿Quién me causa este dolor?
Amor.
¿Y quién mi gloria repugna?
Fortuna.
¿Y quien consiente en mi duelo?
El cielo.
De ese modo, yo recelo
morir deste mal estraño,
pues se aumentan en mi daño
amor, fortuna y el cielo.
¿Quién mejorará mi suerte?
La muerte.
Y el bien de amor ¿quién lo alcanza?
Mudanza.
Y sus males ¿quién los cura?
Locura.
De ese modo, no es cordura
querer curar la pasión,
cuando los remedios son
muerte, mudanza y locura.
Si no tenemos el libro cerca, podemos acceder a él a través de Internet. Nos lo ofrece el Instituto Cervantes a través de "Cervantes virtual", un texto de autoridad, que podemos encontrar por medio de este vínculo.
Si empezamos a leerlo con interés, nos enganchará. Y no nos pesará.
Feliz lectura.