La Cueva de los cristales de Naica: una maravilla casi desconocida.

Quién no recuerda a Superman en la grandiosa Fortaleza de la Soledad repleta de cristales inteligentes que le transmiten fuerza y sabiduría? Son imágenes míticas que parecen importadas de otra galaxia. Sin embargo, existe un lugar en Méjico que supera cualquier fabulación humana. 
La Cueva de los cristales de Naica: una maravilla casi desconocida.

Se trata de un sistema de cuevas de cristales situadas en Naica, estado de Chihuahua, a trescientos metros de profundidad, cincuenta grados bajo cero y un cien por cien de humedad.

La suerte ha permitido descubrir cuatro cuevas de características y tamaños únicos. Parece indudable que forman parte de un sistema mayor por lo que quizás algún día se nos revele otra semejante o incluso más sorprendente.

La historia de estas cuevas fabulosas, se remonta a 1910, año en que se descubre la Cueva de las Espadas a 120 metros de profundidad. Se trata de un corredor de unos 87 metros de largo, repleto de cristales que miden hasta dos metros de largo. En abril del 2000, a 290 metros de profundidad, se descubren otras tres cavidades naturales bautizadas como El Ojo de la Reina, La Cueva de las Velas, y la extraordinaria Cueva de los Cristales que se ha calificado como un bosque de formaciones de cristal de dimensiones extraordinarias.

Repleta de gigantescos cristales de selenita (también llamada piedra de la luna) esta cueva se ha ido formando durante más de un millón de años en un entorno de altas temperaturas, agua, oscuridad y silencio.

Según explica la página web oficial los macro-cristales se formaron bajo el agua, en un punto donde el agua termal profunda (a 52ºC saturada de sulfuros) entraba en contacto con aguas meteóricas frías y ricas en oxígeno, que se infiltraban por escurrimiento natural. Este agua, que no podía mezclarse directamente (debido a la diferencia de densidad) con aquellas profundas y mineralizadas, provocaban unas condiciones singulares, creando un fenómeno de mineralización extraordinario, formando cristales gigantes de yeso purísimo, cuyo tamaño obedece a las condiciones de estabilidad durante un largo periodo de tiempo, en un proceso que sigue activo.

Las dimensiones de estas imponentes columnas de cristal de apariencia gélida y facetada son asombrosas. Pero mayor es el reto que se plantea a la ciencia y la tecnología tanto para explicar y aprender de este magno fenómeno como para sobrevivir y trabajar en el interior de la cueva. Y aun mayor es la responsabilidad de conservación para que las futuras generaciones puedan disfrutar de ella.

Para contrarrestar las condiciones extremas de la cueva de cristales, se han desarrollado chalecos y trajes a base de hielo, que pesan más de veinte kilos, así como respiradores de aire frío que permiten a los profesionales moverse por la cueva durante una hora más o menos. En todo caso es vital no apurar las reservas de frio porque se corre el riesgo de perder la vida.

Sin embargo, el futuro de este recóndito lugar parece abocado inexorablemente a desaparecer de nuevo bajo el agua. Se llegó hasta ella gracias al bombeo de aguas termales para la explotación minera (plomo, zinc y plata) del lugar y, cuando dicha explotación se agote, las aguas volverán a su estado natural inundando esta misteriosa geoda.

Recomendamos que se visite la página web oficial de estas cuevas. Merece la pena.


 

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