Se empiezan a ver en los herbolarios, e incluso en los supermercados, unos pequeños frutos secos rojos, que no son otra cosa que las bayas de Goji.
Elena Martín Vivaldi, al igual que Goethe, escribió un poema intimista al árbol del ginkgo.
En 1815 Goethe envió a Marianne von Willemer un poema a unas hojas de un bello ejemplar de ginkgo, del castillo de Heidelberg, que visitaron juntos.
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